Un amigo de
Correcatagafo y suegro de Pedro, Manolo, nos hace llegar esta crónica ¿te
imaginas corriendo medias maratones a los 70 años? Manolo lleva casi dos
vueltas al mundo corriendo (60.000 kms) en mas de 35 años corriendo. Esperamos
que os guste, es todo un ejemplo y modelo para los runners cuarentones y
cincuentones. A ver si le fichamos!!!!!! Gracias Manolo por compartirlo.
En lo deportivo
Enric volvió por sus fueros con 1.23.
Tras la media
maratón de El Papiol el pasado día 19 de octubre, en realidad algo más de 22
Km., y “corriols” durísimos para la tercera edad, casi los setenta en aquella
fecha, parecía que los 21,097 de la “Mitja” de Barcelona, serían un paseo mucho
mas agradable y fácil, pero…..
Desde que
Einstein descubrió la Teoría General de la Relatividad, todo es eso, relativo.
En aquella prueba de octubre pasado, ya la conocía desde una semana antes en
que un grupo de corredores, la hicimos casi en su totalidad, en mi caso un
kilometro menos del recorrido. Por ello ya conocía su dureza y cuando el día
señalado se dio el pistoletazo de salida, mi única pretensión era terminarla,
sin mirar el crono, sin que importara el tiempo. Y claro que terminé, pero en
algo más de tres horas, andando muchos tramos de desniveles de casi el treinta
por ciento en algunos momentos.
Por el
contrario, la “Mitja” de BCN, tan llana y favorable para hacer buenos tiempos,
como lo demostró la atleta Florence Kiplagat, con su nuevo record del mundo,
1:05:12 tuve desde el principio la intención de rebajar en una hora al menos
los 3,10, de aquella, es decir, andar sobre los seis minutos por Km., y si era
posible arañar algunos segundos a esos seis. Todo jugaba a mi favor: Pedro, mi
yerno, me acompañaría todo el recorrido, y aunque pare él, ir a mi paso, era un
verdadero “paseo higiénico” a mi me vendría de perlas. Luego, David, mi nieto,
con sus nueve años, pero un verdadero crack para su edad, me acompañaría
también los diez Kms finales si todo salía según lo previsto.
8.45 horas, se
dio la primera salida, y cuando pasaban cinco minutos sin que en nuestro
“cajón” nadie se moviera, entendí al fin, que se darían varias, salidas por
grupos. Así cuando al fin pasamos casi andando por la línea donde comenzaba a
medirse el tiempo real, habían pasado unos dieciséis minutos.
A partir de ese
momento, ya pudimos comenzar a correr si bien al principio, muy lentos, con una
especie de “trote borriquero”. Pedro, provisto de varios artilugios
electrónicos, cámara para autofotos, (me niego a utilizar la palabreja inglesa
tan conocida, pues el castellano es más rico en vocabulario que el inglés), con
su alargadera o palo extensible, cronometro, GPS, etc.., tomo el tiempo del
primer Km., en 6,12 minutos. Y es que no había forma de ir más rápido, la marea
humana de casi catorce mil atletas, de más de veinte nacionalidades, impedía
correr más, al menos a mí, que tampoco quería hacer cintas para ir pasando; ya
se iría abriendo la carrera poco a poco y podría ir más a mi aire.
Seguimos por el
Paseo de Isabel II, Colón, y luego comenzamos la dificultad mayor de la prueba,
la subida al Paralelo, que no representaba nada a estas alturas, cuando ya
había comenzado a calentar. Pedro, va también a su aire, adelantándome o
quedando retrasado a veces para hacer fotos y videos desde todos los ángulos y
posiciones. Se lo está pasando en grande, no es la primera vez que corre una
prueba de fondo, sin preocuparse de su crono. Y tras haber corrido, una prueba
de “hombre de hierro”, ( si, ya se que el término inglés es mucho mas
conocido), en Nice hace pocos años, en algo mas de doce horas, hacer estos 21,
es una diversión.
Los Kms van
cayendo, en el cuatro, cuando dejamos el Paralelo y enfilamos Entenza, casi
enjugamos el déficit de a seis minutos/Km., Entenza, Gran Vía, van pasando el
6, 7…, entre estos dos, nos alcanzan Gina, una compañera de club de Pedro, que
al igual que éste conmigo, acompaña a su sobrina Marta de diecinueve años que
hace su debut en pruebas de “Mitja”. Vamos durante algo mas de un km., a su
ritmo, pero como la joven parece que tiene mas “marcha”, les decimos que sigan
a su aire y se adelantan un poco. Pero luego entre el ocho y nueve, volvemos a
alcanzarlas y seguimos un rato juntos.
Vamos dejando
atrás las calles Buenanventura Muñoz, Pallars, Llacuna y Marroc. Y justo al
cruzar la Avenida Diagonal, nos encontramos en el km, 10 a partir del cual es
cuando me siento mejor, la “máquina” funciona ahora a su mejor rendimiento. Las
“endorfinas del corredor de fondo”, parece que comienzan a funcionar, tal vez
sea una especie de efecto placebo, pero he leído muchas veces que es después de
ésta distancia, cuando el cerebro comienza a segregar esa especie de droga
natural que hacen que te sientas mucho mejor a partir de una distancia de entre
los diez y trece kilómetros y durante unos cuantos, dependiendo de la
preparación y la forma de cada uno. Y debe ser verdad, pues recuerdo en mi
mejor Maratón hace veintinueve años, cuando nunca había oído hablar de
endorfinas, que entre el kilómetro 11 y el 30 mas o menos, parecía que iba como
la seda, suave y ligero sin experimentar cansancio alguno, aunque sabía que el
“plomo” en los pies y piernas aparecería luego inexorablemente, lo que ocurrió
sobre el 35/36. Pero claro, entonces con 41, no es igual que ahora con 70,…. y
un mes.
Volvamos. No ha
sido posible que mi nieto David y su madre, pudieran esperarnos en los km. 10 y
siguientes, no podía dejar el coche y esperarnos pues encontraba cortadas las
calles. Pedro con su teléfono, iba sabiendo en todo momento donde se hallaban,
y al final, quedaron en esperarnos alrededor del 16 cerca del cual habían
podido aparcar.
Tras dejar
atrás otro largo tramo de la Gran Vía, enfilamos dirección mar, por la Rambla
de Prim y fue en la suave bajada de esta vía, cuando mejor iba de
“revoluciones”, cuando sufrí lo que literalmente fue un pinchazo, sin ponerle
comillas. La vejiga y próstata a los setenta, funcionan como les da la gana, y
las ganas cada vez mas irresistibles, eran de aflojar la vejiga y orinar. Y
como no encontraba mejor sitio por allí, vi en el centro de la calle un grupito
de cinco o seis palmera enanas en cuyo interior pude quedar a gusto, pero al
incorporarme para salir de entre los árboles, sufrí un pinchazo con una brizna
que se me quedo clavada en la cabeza aunque superficialmente y al intentar
sacármela, se rompió quedando en el cuero cabelludo sin poder sacarla con los
dedos y sin que Pedro, tampoco pudiera extraerla, hacían falta unas pinzas.
Había parado mas de dos minutos, y aunque me molestaba el dolor era soportable,
por lo que seguimos corriendo, ahora incluso mas rápido, como queriendo
compensar el tiempo perdido. Un poco mas adelante, preguntamos a un voluntario,
si había algún puesto de socorro y nos dijo que había una ambulancia de la cruz
Roja, al final de la Rambla. Allí, sobre el Km. 13 aproximadamente me pudieron
extraer la brizna, pero no sin perder otros ocho o nueve minutos, pues al
principio con una pinzas bastante deficientes, no podía sacarla el sanitario.
Seguimos
corriendo ahora si, bastante más rápido, subida, vuelta y bajada por la Avda
Diagonal. Fue en éste tramo, cuando Pedro me tomó el Km., mas rápido, a 5,20
aproximadamente. Con su cronometraje, pude saber luego, el auténtico tiempo
real, pues en mis paradas, había parado a su vez el crono, tomando el tiempo en
que estaba corriendo. Al finalizar la Diagonal y girar a la derecha, hacia el
Paseo del Taulat, nos esperaba mi hija Mayte con David y Paula, mi nieta de
cinco años. Tras los saludos y gritos de ánimo, seguimos corriendo, ahora ya
con mi nieto, incorporado desde el Km. 16, aunque a él le hubiera gustado hacer
los diez últimos.
Comienza a
soplar un viento no muy fuerte pero si algo molesto, pues es mas bien frio, la
sensación térmica es inferior a la del comienzo de la prueba, a mi me gusta
algo mas de calor. Sobre el 17, volvemos a alcanzar a Tomás, un veteranísimo
corredor, quizá algo mayor que yo, al menos lo aparenta. Lo habíamos dejado
entre el 7 y 8, pero con mis accidentadas paradas, nos había dejado atrás a su
vez. Lo animamos a gritos, Pedro lo graba con sus artilugios, y seguimos.
Ahora el Port
Olimpico, y Avenida litoral, el Mare Nostrum, a nuestra izquierda. A partir del
Km. 18, las piernas comienzan a sentir el “plomo” de carrera. Pero…. ahora ya
la moral de tener muy cerca el final, contrarresta el cansancio. Solo espero
ver el 20, a partir del cual, siempre me ha parecido que los pies “van solos”,
oteando el último Km., David, durante estos cinco finales, va como una moto,
animando, corriendo por delante a veces, a mi lado otras y al final, tras pasar
el 21, inicio algo así como un sprint, vaciando el último gas que me quedaba.
Pero Pedro y David, me siguen o mejor, se ponen a mi lado y entramos los tres
en meta a la par, cogidos de las manos. Por fin, …. ¡ Se acabó!.
Veo el tiempo oficial, 2,28 y
algunos segundos. Luego el tiempo real, me dan 2,13,00, pero el tiempo cierto,
el que ha tomado Pedro, descontando las paradas, ha sido de 2,03,50. ¡Si!, he
bajado algo mas de dos minutos de los 2,06, que hubieran marcado los seis
minutos por Km. Me quedo satisfecho, pues como decía al principio, todo es
relativo. Einstein dixit.
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